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Ap. Víctor Doroschuk

Dí a mi pueblo que marche.


Se le llama encrucijada a una situación difícil o comprometida en que hay varias posibilidades de actuación y no se sabe cuál de ellas escoger. Es allí donde la habilidad de tomar decisiones se pone a prueba y donde los consejos y opiniones llegan desde diversos lugares, en muchos casos generando desconcierto sin saber cuál voz escuchar. Pero hay otra situación aún mucho más compleja que la encrucijada, donde no existen posibles decisiones sino un callejón sin salida, un gran obstáculo al frente y una asechanza por detrás, que produce temor y parálisis. Es allí donde la fe se pone a prueba y en vez de escuchar muchos consejos se debe obedecer. Esta situación enfrentó el pueblo de Israel y es probable que muchas personas en la actualidad están atravesando por lo mismo. Guiados por Moisés, todo el pueblo abandonó la opresión y esclavitud de Egipto para dirigirse a tierras de libertad y prosperidad. Sin embargo, un ejército salió a perseguirlos y los arrinconó frente al mar Rojo. Más que una encrucijada, ellos se encontraron encerrados y se les acabaron las posibilidades y opciones para escapar. En ese momento comenzaron los reproches, se agotaron las fuerzas, entró la desesperanza y lo único que se vislumbraba era la muerte. Pero frente a tal situación, la voz firme y poderosa de Dios se hizo escuchar:

 

“Di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco."

Éxodo 14:15-16

 

Luego que el pueblo empezara a marchar y que la vara de Moisés se alzara y extendiera la mano, Dios abrió camino en el mar, y todos cruzaron sin sufrir ningún daño. Así acontecerá a los que en este tiempo obedezcan a la voz de Dios y confíen en su poder, a los que comiencen a marchar por la fe, a los que alcen la autoridad que Dios les dio mirando los obstáculos con el fin de abrir camino.

Si te identificas con este escenario, si detrás de ti está el enemigo persiguiéndote, si un mar de problemas te impide ver y llegar a lo que Dios te prometió, si te sientes atrapado y sin salida, no te quedes paralizado, levanta tu cabeza y marcha. Verás cómo se abre un camino frete a ti y como Dios te hará cruzar por él con poder y gloria. Descubrirás que ese camino es Cristo y que no hay problema o dificultad que en él no pueda superar.

Tome aliento tu corazón y tu espíritu se fortalezca, porque tienes un Dios y Padre todopoderoso que se glorificará en medio de toda circunstancia.-

Foto de Kees Streefkerk en Unsplash

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