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El sistema de provisión de milagros.


En las construcciones de los shoppings, centros de convenciones o casas modernas se instalan dispositivos con sensores de movimiento en los lavamanos para que el agua fluya automáticamente y solamente cuando ponemos las manos debajo de ellos. Esta tecnología garantiza el adecuado uso del agua y asegura su disponibilidad cuando haga falta.

Si me permiten usar esta comparación, he aprendido que Dios se vale del mismo sistema para derramar sobre nosotros su gracia, unción y provisión. Dios es fuente inagotable de amor, de poder y misericordia; su plenitud es inextinguible, jamás debemos dudar de su abundancia, pues sus depósitos nunca se vaciarán. ¿Acaso se ha acortado el suministro de Dios? ¿Acaso no hay poder en él para librar? ¿Por qué entonces muchas personas viven sin recibir lo que Dios tiene preparado? Por la sencilla razón de que no se ponen debajo de la fuente.

Cuenta la historia en el libro de 2 de Reyes capítulo 4, que una mujer viuda y madre de dos hijos no tenía recursos para afrontar una deuda muy grande que había dejado su marido. Entonces recurrió al profeta Eliseo en busca de ayuda. El profeta preguntó que tenía y ella respondió que solo había en casa una vasija de aceite.

“Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.” (2Reyes 4: 3-6)

En tanto que hubo vasijas para llenar, el milagroso chorro de aceite continuó, y sólo cesó cuando no hubo más cántaros que lo recibieran.

Al igual que los sensores de movimiento actúan con el agua, Dios actúa con los milagros cuando ve movimientos de fe debajo de Él. Cuando traemos nuestras vasijas vacías con la plena certeza que colocándolas debajo de él serán llenadas, Dios abre el suministro de poder y derrama sobre nosotros su provisión. Mientras tengamos necesidades, tendremos provisiones. Es mejor venir a Dios vacíos, que creernos que no necesitamos nada y hacer cesar su poder.

Vacíate de los prejuicios, de la arrogancia, de la incredulidad y del orgullo, despójate de la falsa humildad, preséntale a Dios tus necesidades, no trates de impresionarlo diciendo que no las tienes, pues el límite de su efusión es nuestra capacidad para recibir. No seas estrecho en tus oraciones, no minimices tu pobreza, mejor expande tus anhelos y tu ración será de mayor tamaño. No es nuestro vacío, sino nuestra plenitud la que puede obstaculizar la manifestación de Dios.

 

“No es nuestro vació, sino nuestra plenitud la que puede obstaculizar la manifestación de Dios."

 

Trae todas tus vasijas a Dios, pues él se complacerá en llenarlas. Prepárate para ver la abundancia y los milagros en tu vida.:

Foto: Shutterstock

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