El mundo cambia constantemente y con él los desafíos, las circunstancias que nos rodean y también nuestro ser interior. Muchas personas se aferran a lo que vivieron años atrás y quedan encapsuladas en una burbuja de tiempo pensando que nada de lo que viene puede ser mejor. La nostalgia del pasado se mezcla con las decepciones del presente creando un cóctel desilusión y desesperanza. Veo mucha gente suspirando por tiempos antiguos pero muy pocas entusiasmadas por un futuro mejor. Indudablemente éste espíritu y mentalidad hay que cambiarla pues no proviene de buenas fuentes. Hay quienes se quejan que todo tiempo pasado fue mejor, pero esas quejas no demuestran mucha sabiduría. Otros viven encarcelados en sufrimientos de antaño sin poder disfrutar de la libertad presente. El pasado y el futuro están sujetos a cambios. Si, acabas de leer bien, incluso el pasado puede cambiar. Cambia con la intencionalidad que nosotros le demos, cambia cuando resignificamos lo que vivimos, cambia cuando por medio de la fe podemos decir: “a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan para bien”.
“Hay quienes se quejan que todo tiempo pasado fue mejor, pero esas quejas no demuestran mucha sabiduría.”
Si hablamos de pasado tenemos dos frases que marcaron conductas, una contenida en nuestro himno nacional argentino: “Sean eternos los laureles que supimos conseguir” y otro consejo popular que versa: “no te duermas en los laureles”. Ninguna gloria del pasado puede ser eterna a menos que pongamos nuestra fe en el Eterno. Para que los laureles perduren debemos vivir eternamente dependiendo de Dios, los triunfos del ayer no nos pueden sostener en los momentos difíciles de hoy. No sirve de nada añorar, es mejor actuar. Es tiempo de tener esperanza y de no renegar, tiempo de aferrarnos a las promesas de Dios. Te invito a que en estos días recuperes la fe, que pongas tu esperanza en quien es, quien era y quien ha de venir, en el Alfa y la Omega, en Cristo Jesús.
Dice la Biblia en 1 de Juan 2:17 “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.
Viene un futuro de gloria para la gente de fe, Dios es galardonador de los que le buscan y en este tiempo Él recompensará la confianza puesta en su palabra, bendecirá la obediencia a su voluntad y multiplicará lo que se haya sembrado con amor.
No hay otra fuente de esperanza para la humanidad, solo Dios puede salvar.
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