Cada vez que llega a nuestro domicilio algún tipo de correspondencia, una de las primeras cosas que hacemos es buscar el nombre del remitente, ya que muchas veces, con solo saber quién la envía, entendemos el motivo de la misiva. Recibimos cartas con información, intimaciones, agradecimientos, reclamos, o simplemente salutaciones.
Cierto día una mujer recibió un mensaje cuya salutación inicial la dejó muy sorprendida. “¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo”. María quedó perpleja por estas palabras y porque entendía quién era el remitente, pero no el motivo de su correspondencia. Dios se estaba dirigiendo a ella por intermedio del ángel Gabriel y las expectativas eran muy grandes.
No temas, agregó el mensajero, Dios te ha concedido su gracia. Este fue el inicio de la manifestación de Dios hecho hombre en la tierra.
Hoy, este simple mensajero, por medio de este escrito te dice: “Dios te ha concedido su gracia”.
Gracia es ese regalo inmerecido, la manifestación del amor divino que viene a darte lo que no te corresponde: salvación y vida eterna. Gracia es perdonarte los pecados de una vez y para siempre sin que tengas que hacer nada a cambio. Dios te ha concedido gracia, Dios te ha concedido a Cristo.
Cristo es la gracia de Dios manifestada a los hombres y hoy quiere revelarse a tu vida. Quizás sientas que no mereces que Dios te perdone, que un día tomaste otro camino y te alejaste tanto de él que el retorno es imposible. Pero hasta allí ha enviado Dios su mensajero, hasta aquella tierra lejana dónde vives, tierra de vicios, de depresión y soledad, de violencia y de mentiras. ¡Donde sea que te encuentres Dios te ha encontrado! y te dice: ¡Sos muy favorecido!
Dios ha decidido enviarte salvación, perdón y restauración, por medio de Jesús.
Espero que hoy puedas responder de la misma manera que lo hizo María en aquel entonces cuando dijo: “cúmplase en mí lo que has dicho” (Lucas 1: 38).
"Cúmplase en mí lo que has dicho”
Lucas 1: 38
Deja ya de vivir una vida sin sentido ni propósito. ¿No te das cuentas que Dios está a la puerta de tu corazón y te llama? ¿Acaso no es el evangelio una buena noticia? Sin duda que lo es, y si no lo has visto así en todo este tiempo es porque te han engañado. Dios te ama más de lo que imaginas, cree en él, confía, recibe a Cristo como tu salvador y tendrás vida eterna.
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