
La raza humana está entrando en las tinieblas más densas de su historia. Las mentes y los corazones están tan atestados de perversidad, malicia y crueldad que la vida misma deja de ser valorada.
El primer asesinato del hombre fue toda una novedad, allí estaba Caín, parado junto al cadáver de su hermano, luego de haber cometido el homicidio premeditado contra aquél que llevaba su propia sangre. Esa sangre que los hermanaba ahora fluía del cuerpo desfalleciente de Abel, hasta que su corazón dejó de latir y la muerte se llevó su primera víctima. La mente del perverso asesino comenzó a llenarse de culpa, y una fuerte opresión golpeaba su pecho. Pero la maldad no tardó en gestar una serie de justificativos y excusas para atenuar por completo a la conciencia.
Así como el charco de sangre se secó rápidamente y la tierra lo absorbió, así de rápido se endureció el corazón de Caín sin sentir ningún tipo de remordimiento.
En aquella época no existían policías, ni fiscales, ni leyes, ni jueces, por lo que una cierta tranquilidad se apoderó de él. El hecho quedaría en el olvido y él seguiría su camino. Pero toda sangre tiene voz, y mucho más la sangre de los inocentes, y clama desde la tierra y es escuchada en el cielo, donde la ley es perfecta y hay un juez justo sentado en su trono.
"Entonces el SEÑOR dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora pues, maldito eres de la tierra, que ha abierto su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.
Génesis 4:9-11."
Desde allí la muerte no ha parado su curso. Lo trágico es que en la actualidad hay un lobby actuando a su favor que pretende dar vía libre al derramamiento de sangre inocente. En días más se pretenderá legalizar el aborto en argentina y aquellos que se pronuncien a favor serán responsables ante Dios de la sangre de los niños; pues con la tecnología existente todos saben que hay una vida diferente, ADN diferentes y cómo late el corazón dentro de la matriz desde las primeras semanas de gestación. Hay que ser muy necio para negarlo y muy maldito para apoyar semejante crimen. Sepan que la sangre de aquellos bebés clamará y será oída en el cielo. Libremos a la Argentina de este mal. Defendamos la vida.